El amor la clave de la verdadera felicidad

1. “¿Me amas más que estos?” El corazón misericordioso de Jesucristo perdona y olvida todo lo que Pedro había hecho y sólo pide amor. Pedro había profesado lealtad inquebrantable y total fidelidad a su amigo y maestro: “aunque todos te abandonen yo nunca te abandonaré”, y sin embargo se queda dormido en el huerto de Getsemaní, mientras su amigo suda sangre. Le niega ante las criadas de los sumos sacerdotes y lo abandona cobardemente en el calvario, en el momento de su agonía. Pero Jesús todo eso lo perdona y lo olvida.

2. Cristo sigue amando profundamente a Pedro y después de perdonarle todo, lo único que le pide es amor, corresponder a su amor. Cristo lo sigue amando igual que la primera vez cuando le dijo: “te haré pescador de hombres”, y también cuando le dijo: “tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia”. Cristo lo ama cuando lo escoge para ser su vicario. Cristo le sigue manifestando su amor especial: con el milagro de los ciento cincuenta y tres peces grandes, con la preparación e invitación al almuerzo, con la invitación a platicar a solas. Cristo sigue teniendo detalles que manifiestan un amor de predilección especial.

3. Ante tanto amor, Él espera la correspondencia: ¿Me amas más que estos? Sólo quiere que nos dejemos amar por Él y que correspondamos a su amor, con un amor semejante al suyo.

Queridos hermanos, no tengan miedo de abrir de par en par las puertas de su corazón al amor de Cristo. Él quiere ser nuestro mejor amigo. Él quiere darnos las claves de la verdadera felicidad y de la vida plena. No nos dejemos engañar por los espejismos de felicidad barata: la droga, el alcohol, el dinero fácil. No nos dejemos engañar por el espejismo de la mediocridad y de la pereza; el espejismo del consumismo compulsivo, de la fiesta frívola, de los ídolos del poder y del erotismo. Cristo es el compañero de camino, que quiere para nosotros una pesca milagrosa, una fecundidad y un gran éxito en nuestra vida. Él nos dice por dónde se encuentra lo que da vida a nuestra vida. Cristo nos enseña las claves de una amistad verdadera en el grupo de nuestros amigos, en el núcleo de nuestra vida familiar, no despreciemos el amor de Cristo. Después de que le hemos fallado, Él sigue amándonos y esperando un amor más maduro y más verdadero. Digamos sí al amor de Cristo.

iglesia-ecología (2)

Botón volver arriba