DIÁLOGO ENTRE MAQUIAVELO, ERASMO DE ROTTERDAM Y TOMAS MORO EN CANCÚN: ¿CUÁLES SON LAS CUALIDADES DE UN BUEN GOBERNANTE? (Diálogos de ficción)

Sentados a la orilla de la playa, cubiertos de una palmera sin cocos, con unos habanos casi por terminar, y la ceniza de los mismos cayendo lentamente, se escucha una voz desafiante qué pregunta a sus dos compañeros. ¿Cuáles son las cualidades de un buen gobernante?

Esa voz londinense, era la de Tomás, que como siempre, estaba dispuesto al debate de altura y al pensamiento guiado por la “Utopía” y el humanismo.

Antes de que Erasmo y Maquia respondieran, él mismo, se contesta, como siempre con ese ánimo de optimismo, ante dos grandes pensadores, que semana a semana se dan cita para disfrutar del humo del cigarro, que produce el habano cubano, que sirve de cortina para la puesta del sol que contemplan.
-Para mí, el político es quien ha tenido la oportunidad de estar en el lugar correcto, más que por sus acciones, ya ven el caso de mi compadre Beto que llegó a gobernar la Ciudad de Dios-
Cálma, calma no metas al Agustín en la plática, porque, sino, mejor nos vamos a la iglesia a confesar.
Mientras las risas, motivan la formación de las arrugas y de un estatus de catarsis combinado con las bebidas espirituosas, se acerca un mesero para encender otro habano, sin embargo es rechazado por Maquia.

Con esa mirada de ojos afilados y cabello cano, Erasmo, siente que debe imperar la cordura y la razón; debe frenar tales ideas, que rechazan el esfuerzo y la capacidad de quien debe gobernar.

El príncipe es quien debe guiarnos, porque su responsabilidad es llevarnos a la felicidad y bienestar en la república, pero debe contar con un corazón sano, porque enfermo transmite la muerte a todo el cuerpo, porque el príncipe en la república debe ser incluso como el sol para el mundo o el ojo para el ser humano, tan indispensables como estos.

Coincido contigo, Eras, -responde Maquia-, con ese acento italiano que le caracteriza, debemos confiar en el príncipe, sin embargo la eficacia debe ser la norma fundamental del comportamiento, del poder y que no siempre resulta posible conjugar eficacia y legitimidad.

El velo de la noche cae lentamente, iluminándose la bahía. Eras pide otra ronda; se escucha de fondo la canción de la Culebra de Banda Machos, no se olvida de señalar que muy frecuentemente los pueblos constituyen espléndidas ciudades y las gobiernan civilmente, mientras los príncipes lo único que saben es destruirlas, como la noche trágica de Lomas Taurinas.

Después de haber combinado el mezcal de Oaxaca y el amaretto italiano, Erasmo se envalentona y expresa, yo no soy un revolucionario, sino un reformador, que cree que los gobiernos y la felicidad de los ciudadanos consiste en escoger buenos gobernantes o educarlos de forma que actúen con sabiduría, justicia, moderación de ánimo, previsión, celo del bienestar públicos. El poder del príncipe sobre el pueblo es como del alma sobre el cuerpo, porque la eficacia y la legitimidad deben ir unidas.

Ante tales argumentos, Maquia, da un sorbo a su bebida y mira fijamente a Eras, para sostener que la eficacia debe ser la norma fundamental del comportamiento del poder y que no siempre resulta posible conjugar eficacia y legitimidad. No quiero ser pesimista -continúa- porque estar fuera de la realidad, es de antemano el fracaso político.

Tomás, después de haber estado contemplando la puesta del sol que le hizo recordar la de Roccasecca italiana, reconoció que es legitimo buscar el poder, porque la ambición es parte de la naturaleza humana, siempre y cuando sirva a los ciudadanos.

-Yo nada más les digo, que mientras exista la libertad religiosa, y la tolerancia, el dinero no será el principal objetivo, ya que el dinero propicia la codicia, cuando el político debe guiarse por la ética-.

Al fondo se escucha una vez, que les grita: – ya dejen de hablar de política-.

Hacen una pausa y siguen bebiendo.

Erasmo de Rotterdam, aprovecha para expresar que el libre albedrío es tan necesario, como aquel grito, que exige que la política no sea un tema de conversación, pero ese mismo albedrío lleva al ser humano a plantear su futuro con responsabilidad.

Maquiavelo, solicita, le enciendan un habano, y les dice – ya ven porque siempre me atribuyen que el fin justifica los medios, por gente como esa que requiere de un príncipe que lo gobierne.

Hablando de quién me gobierne, mejor me despido, porque ya me mandaron un WhatsApp de casa, sino me toca bañera.

Trabajo realizado por Fausto Adrián Palacios, para la materia de Filosofía Política de la Maestría en Gobierno y Gestión Pública de la Universidad Anáhuac Cancún.- Jueves 18 de agosto 2022

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