Conoce la historia del quintanarroense que combatió a la ‘La Bestia’ en Canadá
Del 4 al 20 de junio, un grupo de 42 combatientes de incendios forestales de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) viajaron a Canadá para ayudar a liquidar el incendio conocido como “La Bestia” en la provincia de Alberta, entre ellos el quintanarroense Gaspar Palma Pacheco, en entrevista narra su experiencia representando a México, en la conflagración denominada ‘La Bestia’, por su dimensión y magnitud.
La noche del 27 de mayo, Gaspar Palma Pacheco se encontraba con su familia, llevaba apenas unas horas pues acababa de llegar a casa tras ausentarse 20 días para combatir un incendio que afectaba 320 hectáreas en la zona sur de Quintana Roo; sus mandos, le dieron un día de descanso para visitar a su esposa e hijos, hacerse de víveres, ropa limpia y para recobrar fuerzas. El teléfono sonó.
La noticia
“Eran las 10:30 pm de la noche, cuando entra una llamada, sorprendido por ver un número desconocido, decidí contestar y era personal de la Gerencia de Protección Contra Incendios Forestales; después de saludarme y constatar mi nombre, me preguntaron mi disponibilidad para realizar el viaje a Canadá y apoyar en las labores de combate de incendios forestales en la Provincia de Fort McMurray
“Inmediatamente sin dudar un instante conteste…’Estoy disponible’ aunque necesitaba conjuntar todos los requisitos que demandaba el viaje a Canadá, lo antes posible, y cumplir en tiempo y forma con lo que se instruía.
“Llegó la instrucción para el 1 de Junio del 2016: presentarse Zapopan, Jalisco. Ahí conocimos las leyes y normas del país, sus costumbres, tradiciones; de igual manera nos proyectaron la situación del incendio, para saber a qué nos enfrentaríamos. Fuimos seleccionados de diferentes estados de México.
“Sabía que sería un gran reto y me sentía entusiasmado por ir y darle los primeros golpes para extinguir a ese incendio llamado ‘La Bestia’, en otros momentos sentía miedo por el peligro y la distancia a la que estaría de mis seres queridos, pero eso no revocó mi decisión y seguí adelante”.
En Canadá
“Decidimos entonar la añoranza ‘Cielito Lindo’ para despedirnos de nuestro México por unos días en pleno aeropuerto. Después de seis horas de viaje, llegamos a Canadá un país que en mi vida pensaba que podía llegar a conocer y que estaba dispuesto a dar lo mejor de mi, los consejos de mi padre Roque Palma siempre retumbaban en mis oídos “Siempre da el máximo y esfuérzate”. En el Aeropuerto Internacional de Calgary fuimos recibidos por personal de incendios de Alberta, nos condujeron al camión que nos trasportaría al hotel y descansar del viaje”.
Primer día
“Nos dirigimos al lugar del incendio en Fort McMurray y se podía observar la devastación que causó el incendio y al ver todo en lo personal sentía más ganas para detenerlo lo más pronto posible; así lo hicimos, nos entregaron nuestras herramientas y equipo para trabajar y nos dirigimos a darle los primeros golpes mexicanos a éste incendio.
“Mientras trabajábamos me asombró la excelente coordinación y preparación de mis compañeros de brigada y eso me obligaba a dar lo máximo de mí para no defraudar y estar al nivel de los demás. El trabajo era muy difícil pero lo sentía fácil por lo agradable que era trabajar con mi cuadrilla, mi brigada y todo el equipo de los 41.
La convivencia con los canadienses
“Al estar trabajando era importante la coordinación del equipo mexicano con los combatientes locales. Pero había una barrera que impedía hacerlo: el idioma inglés que no domino. Ello me obligó a ejercer lo poco que sabía. Al final logramos una buena comunicación que por normas de seguridad debemos tenerla. Poco a poco la fuimos mejorando tanto que hasta lográbamos bromear: lo hacíamos con los chóferes con los cocineros y hasta con los mismos combatientes canadienses.
El clima
“Los primeros días en Canadá fueron excelentes ya que aprendía más cosas de ese país y algo que desconocía por completo: el sol se ocultaba a las 11:40 pm y salía a las 3:45 am; eso lo supe porque me ganó la curiosidad y me quedé despierto hasta corroborarlo.
“Pude ver lo cambiante que es el clima ya que por un rato se nublaba y llovía y en otro estaba despejado y soleado. Eso nos demostró que aunque llovía fuerte el incendio seguía activo por los combustibles subterráneos. El viento se convirtió en un peligro latente ya que de repente soplaba muy fuerte y eso ocasionaba que los árboles quemados y los muertos en pie cayeran a cada rato lo cual obligaba a retirarnos y dirigirnos a nuestra zona de seguridad establecida”.
Cultura y educación
“En los pocos ratos que nos topábamos con los ciudadanos canadienses pude notar el agradecimiento hacia los combatientes. En la carretera se detenían al vernos caminando para ofrecernos su ayuda y para agradecer que estábamos ahí”.
El incendio
“El incendio estaba fuera de control en los primeros días que llegamos a Canadá. Al incendio nos trasladaban en un autobús escolar que nos llevaba del campamento a un área donde al incendio nos trasladaban en unos vehículos todo terreno ‘los hagglunds´, unas reliquias que se utilizaron para transportar a soldados en la Segunda Guerra Mundial.
“El terreno es muy diferente al de México: la superficie de la tierra es una especie de esponja húmeda que nos dificultaba caminar, hay pendientes muy inclinadas que complicaba las largas caminatas. Terminábamos muy cansados y agotados.
“El trabajo de liquidación es muy diferente ya que a simple vista no hay ningún rastro de fuego. Para detectar los puntos calientes se utiliza un helicóptero con escáner que rastrea el área localiza los puntos calientes, guarda las coordenadas y elabora un mapa con el registro.
“Teníamos que escarbar hasta un poco más de un metro de profundidad para sofocar por completo todos los puntos calientes. Eso generaba que terminaremos muy sucios y mojados pero en fin era lo que se tenía que hacer. Sentía pena al llegar al campamento muy sucio, pero sentía más orgulloso al mismo tiempo, porque realizaba el trabajo que más me gusta hacer.
“Después de casi semana y media trabajando ya se sentía que se acercaba la fecha para el término de la comisión y eso nos ponía tristes y contentos; tristes porque estábamos fascinados de estar allí trabajando muy a gusto y queríamos permanecer más tiempo y contentos porque todos regresaríamos a ver de nuevo a nuestras familias”.
El último día
“El último día en la línea de fuego dimos los últimos golpes para la liquidación total del incendio que estaba extinguido en un 100 por ciento.
“Al término de la jornada de trabajo nos convocaron a una reunión. El Centro Interinstitucional Canadiense de Incendios Forestales (CIFFC) quedo satisfecho por el trabajo realizado por los combatientes mexicanos y que en las próximas emergencias México sería al primer país que llamarían.
“En lo personal me agradó escuchar esas palabras, teníamos la enorme responsabilidad de hacer un buen papel porque todo México estaba al pendiente de todos nosotros; eso lo sabíamos al ver notas en los diarios, en la televisión y la radio que nuestros amigos desde México nos hacían llegar.
El regreso a México
“En el avión solo quedaba esperar para llegar a México y en el transcurso del viaje pasaba por mi mente lo vivido día a día combatiendo a ‘La Bestia y con plena satisfacción de haber participado en la liquidación del incendio. Recordaba los momentos fuertes de trabajo, las bromas que hacíamos, los hechos curiosos que nos tocó vivir y al pensarlo terminaban con una sonrisa en mi rostro. ¡Qué gran aventura! Me decía mientras el avión se acercaba al aeropuerto de la ciudad de México.
“Los incendios forestales no conocen barreras y pueden ser tan peligrosos como el combustible, la topografía y el tiempo atmosférico lo permitan; pero siembre habrá hombres preparados y capacitados con muchas ganas y mucho entusiasmo para lograr extinguirlos”.
Historia publicada originalmente con fotografías en:
http://www.gob.mx/conafor/articulos/en-sus-propias-palabras?idiom=es