«Analogía de Carlos Salinas», escribe Francisco Javier Robles

 

Seguramente, presionados por el descrédito y el repudio social casi generalizado hacia el gobierno de Enrique Peña Nieto, a los priistas se les ocurrió la maravillosa idea de que su candidato por dedazo, José Antonio Meade, en su desagradable espectáculo populista de este domingo, en su discurso ofreciera ¡convertir a México en una potencia mundial! Por Dios que no le miento, eso dijo ante una muchedumbre de barberos oportunistas que le gritaron toda clase de lambisconerías durante algunas horas.

Dicen por ahí que los mexicanos no tenemos memoria, pero este equivocado mensaje obligadamente nos lleva a recordar al más destacado mitómano priista: al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, quien en 1992 también “se sacó de la manga” que México pertenecería al primer mundo y se “codearía” con las grandes potencias económicas ingresando al Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), el cual se firmó ese año con Canadá y Estados Unidos, pero entró en vigor hasta enero de 1994.

A 25 años de esa patraña, las proporciones y desigualdades con nuestros socios norteamericanos se hicieron mucho más grandes de manera irreversible: el peso ha sufrido escandalosas devaluaciones, los precios de los energéticos nos están asfixiando por perversas reformas y el hundimiento de Pemex, y el país tiene más familias pobres, más inseguridad, y más corrupción que nunca, precisamente provocado por los gobiernos a los que José Antonio Meade ha servido desde 1991, cuando recibió su primer cargo público como responsable de planeación en la Comisión Nacional de Seguros y Finanzas de la SHCP; dicho de otra manera, desde que su jefe Salinas de Gortari engañaba e ilusionaba a los mexicanos asegurando que el TLCAN sería la entrada definitiva de México al primer mundo, y privatizaba empresas estatales al por mayor, incluyendo la banca mexicana.

Desde aquel entonces hasta el día de hoy, Meade se ha desempeñado en el gobierno como director de Planeación Financiera de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), secretario adjunto de Protección al Ahorro Bancario, director general de la Banca y Ahorro de la SHCP, director general de Banrural, coordinador de asesores en la SHCP, subsecretario de Ingresos de la SHCP, subsecretario del ramo de la SHCP, secretario de Energía de Felipe Calderón, secretario de Relaciones Exteriores de Enrique Peña Nieto, y secretario de Hacienda y Crédito Público en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Con la inigualable y maléfica escuela que ha tenido José Antonio Meade Kuribreña ¿cree usted que encuentre una varita mágica en Los Pinos y nos saque del tercermundismo como lo promete? Particularmente, creo que no hay que ser un erudito en economía o en función pública para saber que el candidato tricolor ha sido parte medular en la debacle económica de la nación, y que su encargo será consolidar las políticas, programas, ventas y reformas que quedarán pendientes, de ahí que también dijo en su discurso que “el país no se debe de reinventar cada seis años”.

Por si fuera una falacia menor lo de sacarnos del agujero, también ofreció un camino de seguridad y desarrollo para las mujeres: “Quiero ser el candidato de las mujeres. Es hora de las mujeres y las niñas. Habrá ‘piso parejo’ en oportunidades y protección efectiva de sus derechos. Las mujeres serán las protagonistas centrales de nuestro crecimiento”, se atrevió a decir en su intervención, cuando en el sexenio que está por finalizar los feminicidios han alcanzado cifras récord históricas, cuando la avalancha se ha salido tanto de control que cada día asesinan a siete féminas en el país, convirtiéndose en la primera causa de muerte de mujeres de entre 15 y 29 años.

Resulta inconcebible que Meade Kuribreña pueda hacer algo distinto para el país, cuando en el próximo proceso electoral encabezará a la mafia para la que siempre ha trabajado y a la que debe su carrera pública, sin dejar de lado que fue designado directamente por el presidente de la República. No se deje engañar por nuestros embusteros políticos y haga lo que sugiere David Riesman: “Estudie las frases que parecen ciertas y póngalas en duda”.

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