Si no cambiamos nuestra vida, de nada nos sirve celebrar la pascua: Obispo de Cancún

El cambio que experimentaron los discípulos al ver a Jesús resucitado fue enorme, su ánimo cambió totalmente, de tristeza a gozo, de cobardía y miedo a valentía y arrojo, de inquietud a paz interior. Todo eso les trajo Jesús resucitado desde el primer instante de su aparición y ellos se pusieron felices y contentos inmediatamente. También les infundió el Espíritu Santo y les encomendó la misión de evangelizar y de perdonar los pecados y a pesar de todas esas pruebas de su amor y de su resurrección, sorprende mucho ver, como todavía los discípulos seguían incrédulos, duros de corazón para creer que había resucitado de veras el Señor y Jesús les echó en cara su incredulidad, sobre todo a Tomás que fue el que más se resistía a creer y Jesús tuvo que darles muchas pruebas de que no era un fantasma, sino, Él mismo en persona, incluso se puso a comer pescado asado delante de ellos.

Después de darles tantas pruebas y de echarles en cara su incredulidad, por fin se realizó el cambio profundo en sus corazones, no solo de ánimo, sino, el cambio de la Fe, de la esperanza y de la caridad en lo más profundo de su corazón, comenzaron a creer firmemente y comenzaron a proclamar esa Fe en la resurrección delante de todo el pueblo sin temer a las amenazas de los jefes del pueblo, que les prohibieron hablar de Jesús.

Su cambio fue un cambio profundo, espiritual, pascual, pasaron de las tinieblas a la luz de la Fe, de la inquietud y de la zozobra, a la paz de la Fe, de la esclavitud a la libertad de la Fe, del pecado a la santidad, de la lejanía de Dios a la cercanía con Dios, de la incredulidad a la Fe luminosa, de la muerte a la vida.

Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él, sabiendo que su muerte, fue un morir al pecado de una vez para siempre, más su vida es un vivir para Dios, así también ustedes considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús (Romanos 6, 8-11) así como los apóstoles, cada uno de nosotros está llamado a ser un cambio profundo en su vida, una experiencia profunda, pascual de morir al pecado para vivir para Dios.

Como decía San Pablo, todo lo tengo por basura con tal de alcanzar a Cristo y ahora lo único que me importa es conocerlo a Él cada día más y compartir sus padecimientos y morir su muerte para alcanzar su resurrección.

Si no cambiamos nuestra vida, de nada nos sirve celebrar las ceremonias de la pascua. El culto sin la cultura es vacío y estéril. Este año que no tenemos celebraciones solemnes del misterio pascual en las Iglesias, estamos llamados a no celebrar ceremonias, sino, a hacer realidad en la propia vida ese misterio pascual, de nada sirve celebrar la pascua si seguimos igual en la vida, porque Pascua es el paso, el paso de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, de la esclavitud a la libertad, de las tinieblas a la luz.
Que el Señor nos conceda verdaderamente vivir mejor que nunca y más profundamente, que nunca, este misterio pascual de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Amén

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