Escritor cubano comparte consejos creativos durante la charla “Humanismo y Literatura” en la Unicaribe

Cancún, Q. Roo, México, 13 marzo 2020.- “Soy un ambicioso, mezquino, egoísta que trata de escribir novelas”, así se definió el galardonado novelista cubano, Leonardo Padura, durante la charla que ofreció en la Universidad del Caribe, donde explicó que dichas características, tan negativas en la vida cotidiana, son indispensables para el proceso de creación.

 

El autor de la novela policiaca “Pasado Perfecto” y creador del famoso personaje de Mario Conde, explicó que un elemento que nunca puede perder el escritor es la ambición, ya que sin ambición, no se puede crear. Además, afirmó, se debe ser mezquino con el tiempo y egoísta con los espacios de trabajo, pues de otra forma, la que sufre es la creación.

 

Durante la charla denominada “Humanismo y literatura”, ofrecida en la Universidad del Caribe, con apoyo de la Fundación Oasis, aclaró que en la vida real trata de ser la mejor persona que puede y no despegar los pies de la tierra; definiéndose como un cubano responsable, expresando su opinión aunque no sea bien recibida por todos.

 

“Vivo en Cuba, escribo en Cuba, sobre Cuba y tengo el derecho de expresar mi opinión sobre mi país, porque he atravesado por todas las dificultades que ha enfrentado”, afirmó tras hacer un recuento de su vida de escritor, durante la peor crisis económica en la isla, tras la caída del régimen soviético en los años 90.

“Éramos muy pobres, lo que me daban de dieta por la televisión española lo ahorraba para comprar una computadora, así que sólo llamaba por teléfono a mi mujer desde la televisora, porque no podía darme el lujo de gastar 200 pesetas en una llamada”, relata el primer escritor independiente de Cuba, cuando se legalizó dicha figura en 1995, pues antes lo combinaba con el oficio de periodista.

 

“El dinero no valía nada y nada había que comprar. Nos daban un pan al día. No había electricidad, ni transporte. Nos movíamos en bicicleta. De no haber sido porque en ese tiempo escribí como loco, me hubiera vuelto loco”, afirma quien, sin embargo, no podía publicar toda su producción literaria, ya que entre los primeros apoyo que dejaron de llegar de la ex Unión Soviética, fueron las toneladas de papel con las que se imprimían tirajes de hasta 100 mil ejemplares de novelas policiacas; ediciones sostenidas por la propia policía cubana por lo que según él, eran “revolucionarias y poco novelas”.

 

Como un intento de publicar “Pasado Perfecto”, participó en el concurso que organizó el Ministerio del Interior (policía cubana) y aunque trascendió que ganó el primer lugar, el premio fue declarado desierto; según se lo explicaron uno a uno los propios jurados, porque se les indicó que la novela de Padura no podía ganar; por lo que en un acto de dignidad, decidieron que nadie ganara.

 

Leonardo Padura considera que la razón de esa decisión fue que su personaje, Mario Conde, era todo lo contrario a la imagen idealizada que se quería sostener de los policías cubanos.

“Comenzando porque el primer capítulo comienza con Mario Conde despertando con resaca yendo a mear; cuando al parecer los policías cubanos no meaban, desde ahí su falta de humanidad. Mario Conde era el anticristo para ellos”, bromeó.

Como nadie es profeta en su tierra, Mario Conde y Padura se harían famosos en el extranjero. Su relación y gratitud con México se da cuando el escritor entregó una copia de su novela a Paco Ignacio Taibo; a quien posteriormente se encontró en 1991, aquí en Quintana Roo, cuando el periodista cubano vino como corresponsal a cubrir el Festival de Cultura del Caribe, y fue ahí cuando el escritor mexicano le informó que su novela sería publicada la siguiente semana por la Universidad de Guadalajara.

 

Lo que siguió ya es historia, a “Pasado Perfecto” le siguieron tres novelas más con el personaje de Mario Conde, que incluso hoy aparece en la serie de Netflix “Cuatro estaciones en la Habana”, de producción española.

 

Su vida comenzó a cambiar con la llegada de los premios y los estímulos económicos. El premio Café Gijón de Novela en España le dio 2 millones de pesetas, unos 16 mil dólares. Después vinieron otros: el Premio Princesa de Asturias de las Letras o el Doctorado Honoris Causa de la UNAM, que en ambos casos sólo han sido ganados por dos cubanos, y uno es él.

 

“Yo soy ateo, pero creo que Dios existe. Y de vez en cuando Dios toca la frente de una persona y eso me pasó a mí… La seguridad económica es muy importante para el artista, pero la economía no te resuelve los problemas de la creación y esos problemas los sigo teniendo”, afirmó el escritor quien cuando no está de viaje promocionando su trabajo, mantiene una estricta rutina de trabajo creativo en su sencilla casa de la Habana, que ha sido de su familia por generaciones.

 

Afirmó que todo lo que ha vivido ha superado cualquier expectativa, cualquier sueño que hubiera podido tener. Pero afirmó que uno de sus grandes orgullos es que ha sido resultado del trabajo, que no le debe nada a nadie, más que a su trabajo y a estarse retando constantemente.

 

“‘La novela de mi vida’ es mi favorita, porque es donde más cerca he llegado a estar de lo que quería decir. La censura es un agente externo, pero el desafío es poder decir del mejor modo, lo que uno quiere decir. Cuan cerca se quede, es el ejercicio creativo que uno crea mientras trabaja”, concluyó.

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