Los ídolos de la política y su debacle, escribe Luciano Núñez desde Pok Ta Pok

“Más allá de los colores de un equipo, la gente va a ver a sus ídolos”; suele decir con la vista puesta en el pasado el Tío Dardo. ¿Por qué El Atlante (nuestro equipo de liga mayor) nunca supo ni pudo -pese a la obtención de un campeonato a su llegada- meterse en el corazón de la gente y la ciudad después de tantos años?

Un amigo me recordó la frase del tío futbolero cuando me decía que no han sabido crear ni perdurar un ídolo: ese que haga mantener el aliento y hacer que el corazón sea una máquina a todo galope; una garganta al rojo vivo. Encuentro algo de razón: ahora los clubes son empresas, los jugadores se venden y se compran con la ligereza de un mercado chino y los ídolos difícilmente duran para tatuarse en la historia de los clubes, aunque existen notables excepciones con equipos grandes que pueden financiar la permanencia de sus estrellas.

Tomás Yarrington

Sin embargo, esa orfandad de ídolos se ha instalado en la política, donde las noticias sobre personajes corruptos, que acumulan más dinero del que pueden gastar tres generaciones, nos abruman y sentimos que perdemos por goleada. Las detenciones del ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, sumada a la de Javier Duarte, cuyo cinismo le permite seguir sonriendo mientras es detenido, nos dejan sin glorias en la política, sin ídolos a la vista; salvo algún Kumamoto que juega por la camiseta y contra el mundo.

Los ex gobernadores y la tribuna

Los ídolos del futbol tienen algo en la mirada cuando se dirigen a la tribuna, que corea su nombre porque sabe que el hombre más emblemático del equipo pondrá todo para ganar el partido. La gente cree en él. No pocos piensan que Duarte se sonríe porque en el fondo, cuando mira a su tribuna a través de la cámara, tiene la seguridad de que estará unos años preso para después salir a disfrutar de la grosera fortuna que acumuló usando los dineros públicos.

La pasada generación de gobernadores, ha dado a México otra estocada al corazón de la vida política: con funcionarios todavía prófugos, otros que se pasean orondos aún con severos señalamientos como Roberto Borge. En el fondo, no es más que el resultado de buscar la política para acumular poder y dinero, también, fruto de una sociedad en la que priva que se es por tener y nada nunca es suficiente. Porque además, estos antihéroes que ahora rechiflamos desde la tribuna fueron elegidos por el voto popular, o por un sistema democrático que ha sido vulnerado por la compra de voluntades.

No puede dejar de alegrarnos la detención de personajes que lastimaron tanto a su gente entregando medicamentos adulterados, con obras que no sirven y precios inflados, pero también, como sociedad nos invade la tristeza que sobreviene al pensar: ¿Qué estamos haciendo mal para que sea tan generalizada la corrupción? ¿Acaso no alcanzamos a ver la jugada cuando es tan clara?

En su momento (año 2007) la directiva de nuestro equipo insignia, El Atlante, tras su primer torneo obtenido en tierras quintanarroenses decidió vender a la mayoría de los ídolos que forjaron esa proeza; poco tiempo después sucumbió a la segunda división con la debacle económica que esto supone para la empresa. Mientas tanto, seguimos buscando un ídolo que regrese la gloria, que nos haga pensar que vivimos en un mundo no tan malo, y no tan corrupto por los falsos ídolos que vienen vestidos de ovejas. Dicen los filósofos del balompié como el Tío Dardo, que todo se aprende desde el campo llanero, desde el barrio, y más, desde la familia, donde los ídolos comienzan a abrirse paso a la gloria de goles, o a las cínicas sonrisas.

 

 

Reproducción autorizada para cancunmio.com. Fuente original:

http://grupopiramide.com.mx/orfandad-de-idolos-y-la-cinica-sonria-de-cesar-duarte/

Luciano Antonio Núñez

Es técnico y licenciado en Comunicación Social, con postgrado en Opinión Pública por FLACSO y diplomados en La Salle Cancún. Trabajó en El Siglo de Tucumán, Argentina; agencia EFE México, Luces del Siglo y Periódico Quequi, donde actualmente es coordinador en el Sur del Estado. Fue director de Comunicación Social en Benito Juárez, Cancún.

Co-Fundador de Revista Dos Puntos y director general de Grupo Pirámide

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