Sexualidad en la pareja, escribe el Dr. Carlos Baquedano

Recuerdo que un punto muy difícil para mí como adolescente, fui mi despertar sexual, ya que crecí un una comunidad rural en la cual no se obtenía mucha información en la escuela y en casa papá no se dio a la tarea de explicarme nada de sexualidad, así que lo que aprendí con respecto a esto, fueron los usos y costumbres propios del pueblo que se transmitían de adolescentes mayores a los menores, en el cual a los 15 años tenías que demostrar o probar tu hombría, por lo que tu padrino o un hermano mayor te llevaba a un burdel o casa de citas para tal situación, sin pensar en las consecuencias que esto pudiera ocasionar con respecto a la salud, pues el contagio de enfermedades de transmisión sexual era muy alto. Enfermedades como la gonorrea, sífilis, VIH, virus del papiloma humano, herpes genital, clamidia, tricomoniasis, entre las más comunes, pueden cambiar la vida de una persona de forma inmediata o a largo plazo, ya que son sumamente dolorosas, caras o incluso incurables.

El Virus del Papiloma Humano o VPH, tiene la particularidad en los varones de que en ocasiones no presenta síntomas al contagiarse, pero está latente, por lo que con el paso de los años se puede transmitir a la pareja, enfermedad que al avanzar tiene el riesgo de convertirse en un cáncer cervicouterino.

En su despertar a la vida, los adolescentes y jóvenes son una población vulnerable por su alta actividad sexual, acompañada de inexperiencia, información incompleta o inadecuada sobre los riesgos que existen de no ejercela con responsabilidad.

Así mismo, el uso inadecuado de preservativos o que estén en malas condiciones (como ese condón que se guarda en la cartera por mucho tiempo), son un factor de riesgo para enfermarse.

Durante mi práctica profesional, he tenido la tristeza de hacer diagnósticos de VIH/SIDA en hombres y mujeres menores de 20 años, algunos de ellos sin que hayan llevado una vida sexual promiscua (que no hayan tenido muchas parejas), en los cuales el denominador común es la falta de protección, por confianza en la pareja, por inexperiencia o desconocimiento. Hago mención de un comentario recurrente entre mis colegas sin que exista la base científica para ello, en el que coincidimos por experiencia profesional que los preservativos ultra delgados o de alta sensibilidad, pueden proteger de embarazos pero no de VIH, así que ante la duda, lo más adecuado es no utilizarlos, y mejor aun sería, la abstinencia sexual hasta tener una pareja estable.

Y es que además de las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos en adolescentes son situaciones que vienen a dificultarles la vida, a cambiar sus planes, sueños y crecimiento.

Al formalizar una relación, la actividad sexual de las parejas en un inicio es intensa y vigorosa, pero es importante hablar abiertamente de esto, no considerar las relaciones sexuales como un tabú en el cual no se expresen dudas o incomodidades, sobre lo que se puede hacer para mejorarlas y preguntar si la satisfacción ha sido mutua, intentando así que sea un goce pleno en cada encuentro.

Las parejas, deben recibir información amplia con respecto a esto, conocer su cuerpo, conocer el cuerpo del otro, sus reacciones, pero sobre todo, sus sentimientos.

El conocerse, brinda la posibilidad de identificar esas señales que se emiten para propiciar un acercamiento, una entrega en cuerpo y alma, con una plenitud total que permita enamorarse más cada día y fortalecer esa unión.
Así mismo, el conocer al otro, conlleva a entender ese rechazo físico que se genera cuando existe alguna situación de salud, emocional u hormonal y comprender que no se trata de una falta de amor. Y es así como, hablando y conociendo lo que sucede, se pueden evitar conflictos y malos entendidos de pareja.

Con respecto a lo anterior, pongo como ejemplo el período de climaterio y menopausia que se presenta en la mujer alrededor de los 50 años de edad, tiempo en el cual su apetito sexual disminuye, lo que propicia un rechazo, situación que hace pensar al hombre que ya no es amado, que no provoca deseo sexual en su pareja o esposa o incluso que ella tiene otra relación (esto es lo más común que he escuchado en consulta). Todo lo anterior condiciona una serie de reclamos, enojos y malos entendidos que friccionan e incluso fracturan la relación.

Esta crisis se puede evitar si la pareja acude a consulta para saber que sucede con respecto a la disminución de la actividad sexual y buscar en conjunto alternativas que les permitan corregirlas.

Es necesario que la parejas sepan que la actividad sexual es dinámica, un proceso en el cual se debe crecer juntos, conociendo, aceptando y mitigando los cambios propios de la edad o de cada etapa de vida.

El cuidado de nuestra salud sexual es una ardua tarea que se construye día con día cuando se pone en práctica la educación recibida, cuando se pregunta a profesionales sobres las dudas que existen, cuando se ejerce con libertad responsable, cuando se practica la fidelidad con la finalidad de no adquirir de forma externa, enfermedades de transmisión sexual que luego se lleven a casa.

La relación sexual tiene como requisito indispensable el ser placentera para ambos y no tratarse únicamente de un deshago físico. Uno de los regalos más hermosos que tiene el ser humano es la sexualidad, medio por el cual se puede demostrar el amor que se siente por la pareja y que además tiene la particularidad de generar nuevas vidas que permiten consolidar familias ejerciendo una maternidad o paternidad responsable.

En la actualidad, nuestros jóvenes se enferman e incluso mueren por tener información insuficiente o inexacta.

El ejercicio de la intimidad sexual en la pareja debe tener 4 aspectos para alcanzar la plenitud de su amor y consolidación de la familia:

Libre: Nadie te presiona ni te debe forzar para amar.

Total: Entregas todo de ti sin reservas.

Fiel: Exclusivo para tu pareja para su protección y cuidado.

Fecundo: Dador de vida con el nacimiento de hijos y el crecimiento como personas de la propia pareja.

Así que celebremos la vida con amor, respeto y cuidado. Aprendamos y enseñemos a nuestros hijos.

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