2016 el año de la misericordia asegura el Obispo Pablo Elizondo

1. Los fariseos le tenían envidia a Jesús, lo querían condenar y agarraron a aquella mujer para hacerle una pregunta capciosa. No les importaba la observancia de la ley, no les importaba la mujer. Les importaba condenar a Jesús. Querían que él dijera sí, apedréenla, o bien que que dijera que no la apedreen y entonces así estaría contra la ley y podrían condenarlo e ir contra él. Son hipócritas, no se fijan en sus acciones, sólo juzgan duramente a aquella mujer y sin fijarse que ellos están igual o peor, que son pecadores como todos.

2. Queridos hermanos, también a nosotros nos puede pasar lo que a los fariseos, que nos fijamos en los defectos de los demás, que vemos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga que tenemos nosotros. Y los juzgamos y criticamos. Que una niñita salió embarazada, comienzan todos los vecinos a criticarla. Pues sí, como andaba con uno y con otro, se iba a las fiestas, era una tal por cual, ¡claro, eso le iba a pasar! A lo mejor fue violada, a lo mejor fue forzada, pero ahí la estamos juzgando duramente sin fijarnos en nosotros. Somos muy fáciles para juzgar y criticar a los demás y en cambio qué difícil es que nos veamos a nosotros mismos y nuestras faltas, y más difícil que seamos misericordiosos y que perdonemos a los demás.

3. Jesucristo es muy misericordioso. Estamos en el año de la misericordia. Cuando hay un pecado, Él no se escandaliza, no critica, no se rasga las vestiduras. !Qué barbaridad!, !Qué escandalo! ¡No!, Él se agacha, se inclina, se pone en el piso, calla, no dice nada, espera pacientemente. Y cuando le siguen insistiendo, sigue agachado y sigue escribiendo, con humildad, con sencillez, con bondad, con ternura, pensando en la pobre mujer que está toda asustada, temerosa que la vayan a matar; está toda angustiada y él se compadece de ella y le dice: nadie te ha condenado, yo tampoco te condeno, vete en paz, no vuelvas a pecar. No quiere que peque, quiere que ella sea buena, quiere salvarla, quiere hacer que vuelva a comenzar una vida nueva. Eso es lo que hace Jesús y eso es lo que hace la misericordia de Dios.

Nos hace nuevos, nos hace comenzar otra vez, nos hace volver a empezar una vida, tener paz, después de tanto pecado, de tanta situación tan dura, a veces tan injusta; luego vienen los demás a criticarnos. Jesucristo no: “Yo tampoco te condeno”, tu tranquila, “vete y no peques más”. Imitemos el ejemplo de Jesucristo, seamos misericordiosos. No seamos juzgones, criticones, pues no somos nadie para juzgar a nadie, somos más pecadores que los demás. Pidámosle al Señor que nos haga misericordiosos como Jesús. Invoquemos la bendición del Señor, para que nos llene de su misericordia, para que seamos misericordiosos y brindando misericordia a los demás.

iglesia-ecología (2)

Botón volver arriba