Mensaje dominical del Obispo, previo la venida del Espíritu Santo

  1. El Espíritu Santo es una promesa

Dentro de quince días celebraremos la fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo. Celebramos ese momento histórico en que todos los apóstoles estaban reunidos en oración juntamente con María en el cenáculo de Jerusalén. De repente un fuerte viento llenó toda la casa donde estaban y unas lenguas de fuego se posaron sobre la cabeza de cada uno de ellos y quedaron llenos del Espíritu Santo. Cuando nos bautizamos quedamos llenos del Espíritu Santo, cuando nos confirmamos quedamos llenos del Espíritu Santo, cuando oramos y lo invocamos también quedamos llenos del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es una promesa que siempre se está cumpliendo. Lo debemos esperar con ilusión y confianza, lo debemos pedir con insistencia y lo debemos acoger con un corazón abierto y generoso. Como siempre está viniendo, debemos disponer nuestro corazón en ambiente de silencio y de oración y en compañía de María santísima. No dejar que los distractores y los ruidos nos bloqueen su presencia. Si tenemos mucho ruido, si estamos muy distraídos, sino hacemos oración, si estamos viendo la televisión o escuchando la radio todo el día o pegados al celular, no tendremos la actitud necesaria para esperar, para recibir, para acoger al Espíritu Santo.

 

  1. El Espíritu Santo es una voz.

Abramos nuestros oídos y nuestro corazón para escuchar la voz Espíritu Santo, que es suave e  intensa, que es sencilla pero muy importante para nuestra vida. Una voz que nos recuerda la Palabra de Jesús, una voz que nos ayuda a entender la Palabra de Jesús, una voz que nos empuja a seguir el camino de Jesús, que es el camino de la paz, de la verdad y de la vida. La voz del Espíritu Santo nos enseña a entender lo que no entendemos. Nos empuja a hacer lo que nos cuesta tanto practicar y enciende nuestro corazón, para amar lo que debemos amar y a veces nos cuesta tanto sacar la indiferencia y los resentimientos. El Espíritu Santo es una voz poderosísima que enciende en nosotros el amor a Jesús para que lo sigamos fielmente y nunca abandonemos sus enseñanzas ni traicionemos su amor. Pero satanás está interesado en apartarnos de ése camino y jalarnos por otros rumbos de pecados, de vicios, engaños y  de falsedades. Quiere sacarnos del único y verdadero camino que nos lleva a la luz, a la paz, a la verdad,  a Dios.

 

  1. El Espíritu Santo es paz.

“Mi Paz les dejo, mi paz les doy, no pierdan la paz”. La paz es el primer fruto del Espíritu Santo, cuando seguimos al Espíritu santo, cuando no nos apartamos y no nos vamos por otros caminos, por otros vicios que el demonio nos pone, entonces experimentamos una gran paz. Es la paz del amor, es la paz de la alegría, es la paz de la victoria sobre el demonio y sobre el pecado. Sigamos la voz del Espíritu Santo, para tener esa gran paz en nuestro corazón, esa gran alegría y ese amor que sólo el Espíritu Santo nos puede dar. Invoquemos la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, para que ilumine nuestra mente, fortalezca nuestra voluntad, encienda nuestro corazón y nunca nos apartemos del camino de Jesús que nos lleva a la paz. Así sea.

 

obispo pedro pablo 

+ Pedro Pablo Elizondo Cárdenas L.C.

Obispo Prelado de Cancún-Chetumal

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