CICUTA DEL CARIBE

Es evidente que la aviación no funciona con ocurrencias y caprichos

• Al final, la faraónica central “avionera” de Santa Lucía salió más cara

• “Han habido casi colisiones, pero el gobierno los desmiente”, alertan.

Carlos Águila Arreola

*A horas de la apertura “oficial” del aeropuerto Felipe Ángeles se vislumbra lo que pasará con los también cuestionados Tren Maya y la refinería de Dos Bocas: los igualmente faraónicos caprichos de Andrés Manuel López Obrador serán inaugurados seguramente incompletos y con serias dudas en varios aspectos, e incluso con fundados temores.

El 10 de febrero de 2021, con motivo del 106 aniversario de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), ocurrió lo inimaginable: por primera vez en México aeronaves comerciales aterrizaban en un aeropuerto no autorizado, violando la Ley de Aviación Civil, un capricho más de su “alteza pequeñísima”, como llama Diego Fernández de Cevallos Ramos al inquilino de Palacio Nacional.La aviación no funciona con base en ocurrencias; hay leyes, manuales, regulaciones y estandarizaciones que se deben cumplir. México, como Estado contratante de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), está obligado a cumplir cabalmente con todo lo establecido. Este sexenio está resultando hasta ahora el más caro de la historia moderna del país.Ya varios legisladores de oposición han denunciado —en respaldo involuntario (o quizá no) de Carlos Loret de Mola Álvarez— la corrupción y podredumbre de la autollamada Cuarta Transformación y los antojos de su mesías, que están saliendo muy caro al país en materia de competitividad, conectividad, derrama económica, oportunidad de negocios y generación de empleos.

Además, la versión falaz de López Obrador —que lamentablemente es su faceta habitual— nos deja muy mal parados, convirtiendo a la nación en un hazmerreír de la opinión pública internacional, como cuando asegura que el Felipe Ángeles es un aeropuerto austero, que solo costó 116 mil millones de pesos (mmdp), cuando había dicho 75 mil y acabó costando “poquito más”.En 2019, afirmó que costaría 75 mmdp; en 2020 que 80 mil, a mayo de 2021 la Secretaría de Hacienda ajustó a 84 mil 956. Nadie acertó; la terminal aumentó 35.3 por ciento su costo o, como dicen, “lo bueno” cuesta, así que 41 mil millones más o menos, no hacen a nadie más rico o más pobre, más 113 mil 327 mdp que costó cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de (la Ciudad de) México (NAICM), de acuerdo a la Auditoría Superior de la Federación.Si se agregan esos costos de cancelación —de acuerdo con la ASF fue tres veces mayor, pero por orden presidencial se dijo que no era cierto—, construir la faraónica central “avionera” de Santa Lucía salió más caro que haber terminado el NAICM: el desembolso, hasta ahora, es de 229 mil 327 millones de pesos, prácticamente lo doble del primer capricho sexenal… y aún faltan la refinería y el trenecito.

La polémica sobre un funcionamiento ineficiente y hasta inseguro del espacio aéreo por el uso simultáneo de dos aeropuertos, persiste. El Colegio de Pilotos Aviadores de México (CPAM) advierte que “será imposible operar la nueva terminal a máxima capacidad por las restricciones para programar vuelos simultáneos con el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México” (AICM).

Respecto al rediseño del espacio aéreo, que alertan incrementa los niveles de riesgo para la operación, María Larriva Sahd, la primera controladora de tráfico aéreo en Mexico, advirtió que no hay información confiable sobre la operación del Aeropuerto Felipe Ángeles (AFA) —omito el término internacional porque, hasta ahora, carece de la documentación que lo acredite como tal.“Están habiendo incidentes y dicen (en el gobierno) que no existen. Eso puede complicar las cosas (…).

Hay acercamientos entre aviones y en cualquier momento puede haber una colisión. Las aeronaves tienen un sistema a bordo que se activa en el último momento.“Cuando ni el controlador ni el piloto ni nadie detecta el problema, y los aviones están uno enfrente del otro, hay un sistema que dice al piloto qué debe hacer para evadir a la otra aeronave… por eso no han chocado”, explicó la connotada controladora de tráfico aéreo e investigadora de accidentes de aviación

“Nadie quiere dar información, la realidad nos alcanzó. Los aeropuertos no se hacen con prisas, sino en cinco o seis años”, sostuvo Larriva Sahd, quien si no ha sido calificada de conservadora por “el artista del desprecio y la descalificación”, no tarda. Solo entre marzo y noviembre pasados, el Servicio a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam) registró 24 incidentes.El CAPM apercibió que ya debería ser público el Plan de Respuesta a la Emergencia: “Tenemos miedo de que vayan hacer un _copy paste_ del AICM. Si bien el documento se elabora con base en recomendaciones de la OACI, cada aeropuerto tiene que hacer el suyo según sus necesidades», ha señalado un grupo de pilotos.El despilfarro es lo de Tartufo —otro de los desopilantes sobrenombres que “El Jefe” impuso al tabasqueño—, no hay duda: el “gobierno de la austeridad” preparó una pomposa inauguración al más puro estilo de Hollywood, con más de mil invitados pese a que las instalaciones aeroportuarias aún carecen de lo más elemental y lo que al final será su tumba: conexión terrestre.Fue evidente la “manita de puerco” a las aerolíneas que se comprometieron a operar en Santa Lucía —Zumpango de Ocampo, Estado de México— desde el 21 de marzo, conscientes de que el aeropuerto solo ha sido certificado “por decreto mexicano” —de esos que utiliza López Obrador ante la inoperancia— y no se sabe de alguna certificación, o al menos aprobación internacional.

Este lunes, el nuevo complejo aeroportuario tendrá apenas nueve operaciones a Cancún, Tijuana, Monterrey, Guadalajara, Mérida, Villahermosa y Caracas. La mayoría serán militares, de acuerdo con el Seneam, con más de 150 desde el día de su apertura; además, la degradación a categoría dos por parte de Estados Unidos, es otra piedra para la terminal aérea de López Obrador.

El inusitado aumento de demoras y cancelaciones desde y hacia el aeropuerto Benito Juárez tras ser declarado en su nivel máximo de saturación, hizo pensar que el caos está siendo provocado para justificar la cancelación de slots —horarios de despegues y aterrizajes— por la “necesidad” de que las operaciones emigren al Felipe Ángeles.El camino al arranque de operaciones —del segundo aeropuerto mexiquense, el otro es el fallido de Toluca— no fue fácil; “tortuoso” sería un mejor calificativo. Muchas voces lo llaman “un éxito”, tantas otras “un fracaso”.

La realidad se verá en los hechos, y el primero es brutalmente contundente, irrebatible y objetivo: pese a que se “inaugurará” este 21 de marzo, dista mucho de estar terminado.Faltan demasiadas cosas, muchas hechas “al vapor”, de manera arrebatada. Ni hablar de los accesos (que no hay) ni de la infraestructura mínima para operar un aeropuerto (que no se ha terminado), sino de que “se cumplió por cumplir”, dejando de lado aspectos esenciales de seguridad y operación aeronáutica. Se vendió como “un aeropuerto de primer mundo”.Es incalculable el número de especialistas nacionales e internacionales que con fundamento y evidencias incuestionables pusieron signos de interrogación; por donde se vea está plagado de aberraciones, inconsistencias y aspectos que demandan claridad y transparencia en su construcción.

El proyecto representa todo lo que la aviación no debe de ser.A la crítica siempre hay una contracrítica; pero nada supera la realidad; lo evidente no requiere demostración, y es momento de que con acciones se demuestre que el proyecto valió sacrificar el Nuevo Aeropuerto Internacional de (la Ciudad de) México, ahorcar al AICM, ignorar al de Toluca, rediseñar un espacio aéreo estratégico, y exponer la seguridad aérea mexicana.Fernando Gómez Suárez, experto en infraestructura aérea, dice que para que realmente fuera una alternativa para despresurizar el AICM, el nuevo puerto aéreo debió absorber, desde este día un mínimo de 30 por ciento del flujo de pasajeros que anualmente maneja el aeródromo capitalino, que el año pasado movilizó a 36 millones de pasajeros.Sin embargo, hasta antes de la pandemia, en 2019, llegó a movilizar cerca de 50 millones de pasajeros al año; por tanto, el Felipe Ángeles debió comenzar a operar con un mínimo de 10 millones 800 mil viajeros para realmente incidir en la desaturación de la terminal capitalina, pero emprenderá el vuelo con solo cuatro aerolíneas: tres nacionales —Aeroméxico, Volaris y Viva Aerobús— y una internacional —la venezolana Conviasa.

El 21 de marzo de 2022 fuimos testigos del túmulo con el que la 4T cubrirá la tumba del despilfarro de recursos públicos, y uno de sus mayores fracasos: el intento por descongestionar el espacio aéreo mexicano porque si algo ha demostrado Andrés López, es que no tiene agallas para hacerse responsable de sus decisiones, así que se esconde tras “la decisión del pueblo bueno”.

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